En Vetme sabemos lo traumático que puede ser enfrentarse a una pérdida repentina, pero quizás no sabes lo que experimenta un veterinario al atravesar por esta experiencia. A continuación te contamos un poco al respecto.
Es una experiencia difícil de manejar
Si bien es cierto que la muerte forma parte de la vida y que cualquier especialista de la salud conoce de antemano este hecho, eso no significa que el enfrentarse a la muerte sea un suceso sencillo.
Esto es todavía más cierto cuando el fallecimiento pasa de forma inesperada e involucra a un ser inocente, como lo son las mascotas. Por este motivo es que muchos veterinarios sienten un cúmulo de emociones mezcladas que los deja sin saber cómo actuar o qué hacer después.
Si, tristemente, a tu veterinario le toca pasar por este suceso con alguna de tus mascotas y observas que no hace el anuncio del mejor modo, ya sabes el porqué. Después de todo, más allá de su formación, los profesionales de la salud siguen siendo ante todo personas sensibles.
Puede tomarse como desilusión personal
Adicionalmente a la complejidad de un suceso como éste, cuando un veterinario se enfrenta a una muerte repentina, suele sentir una decepción que puede llegar a repercutir incluso a nivel personal. Después de todo, lo que menos quieren es que sus pacientes fallezcan y cuando esto sucede sin ningún antecedente que les hubiera hecho pensar en esa posibilidad es todavía peor, pues sienten que los esfuerzos realizados no fueron suficiente.
Esto puede llevarlos a pensar que han fallado no sólo como profesionales sino también como personas.
Es muy doloroso pero muy poco frecuente
Pasar por estas experiencias es algo que duele mucho porque las circunstancias no apuntaban a que algo así sucedería. Enfocar las energías y esfuerzos para el bienestar de un paciente y tener como resultado el peor desenlace posible causa un impacto muy profundo y lastimoso.
No obstante, es un escenario al que, afortunadamente, los veterinarios y otros profesionales de la salud pocas veces tienen que enfrentarse, ya que los conocimientos, medicamentos y tratamientos suelen ser efectivos en la mayoría de los casos.
Es una oportunidad de aprendizaje que permite reducir las posibilidades de repetir el mismo escenario en un futuro
Una vez que las emociones iniciales de tristeza e impotencia dejan de ocupar el primer plano, los veterinarios (y cualquier personal de la salud) pueden comenzar a ver la situación como un escenario de aprendizaje que les permitirá ayudar a pacientes nuevos con afecciones o dolencias similares y facilitarles salir de esos y otros problemas.
Por este motivo es que incluso a pesar del peso emocional que implica, los veterinarios siguen ejerciendo su carrera después de pérdidas repentinas. La posibilidad de que esa situación se repita con el mismo desenlace trágico no es la única alternativa y pensar que pasar por dicha experiencia puede servir para ayudar a algún paciente futuro es un gran aliciente para seguir adelante con su trabajo.
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